Citybuilders en 5 años: sumas y restas sencillas

En clase de 5 años de Infantil de nuestro colegio Novaschool Benalmádena estamos inmersos en el trabajo con los números y las operaciones de sumas y restas sencillas.

Para trabajar números, sumas y restas sencillas nos remontamos a un tiempo, no tan lejano, en el que los juegos de construcción de ciudades o ´citybuilders´ causaban furor entre los usuarios de los PCs de todo el mundo. Simcity o Village city fueron algunos nombres que se normalizaron en el mundo gamer de norte a sur y de este a oeste. Sentirte el fundador de tu propia villa y ver cómo, mientras va aumentando de tamaño y gestionándose, todo se vuelve cada vez más complejo ha mantenido a toda una generación jugando y soñando despierto. Bueno… ¿por qué no decirlo? ¡A alguno también le quitaba alguna que otra hora de sueño!

De esta forma, pensamos que sería una idea fantástica jugar a construir nuestra propia ciudad ¡Qué divertido! Nos ponemos en la piel del alcalde de “Villa…..” (nosotros le ponemos el nombre por supuesto) y nos disponemos a crear nuestra propia ciudad de manera analógica.

¿Cómo lo vamos a hacer?

Primero necesitamos un presupuesto que sea tangible y muy manipulable ya que vamos a trabajar con cantidades hasta el 30 y en estas edades el estímulo sensorial sigue siendo fundamental. Así pues nuestra “divisa” serán garbanzos ¡Necesitamos 30!  Cada garbanzo representará 1 euro y nuestro presupuesto será de 30 euros a fin de conseguir crear una ciudad del paraíso.

Catálogo para crear nuestra ciudad

Después necesitamos un catálogo de posibles espacios, establecimientos, objetos, medios de transporte, etc… con los que dar forma a nuestra ciudad. Este lo vamos a obtener mediante la fotocopia «catálogo para crear nuestra ciudad» subida a nuestra plataforma virtual myAgora+

Este catálogo ha sido elaborado con mimo por el profe e incluye diferentes elementos de una ciudad, cada cual con un precio, a saber: casas, hospitales, colegios, parques de bomberos, comisarías de policía, clínicas veterinarias, parques infantiles, universidades, ayuntamientos, aeropuertos, puertos marítimos, flota de autobuses, taxis, servicios de bicicletas y patinetes, gasolineras, parques de atracciones, mercadillos callejeros, restaurantes, pizzerías, granjas, huertos, farmacias, peluquerías, zapaterías, tiendas de ropa, fruterías, panaderías, pescaderías, carnicerías, librerías, ferreterías, heladerías, cines, puestos de hot dogs, cárceles, fuentes, buzones de correos, semáforos, molinos de viento, contenedores de basura, papeleras, contenedores de reciclaje, estadios de fútbol, pabellones de baloncesto o pistas de patinaje sobre hielo.

De esta forma, practicaremos las sumas y restas sencillas de manera natural y como medio para alcanzar un objetivo claro. Conforme vayamos queriendo incorporar algún ítem a nuestra ciudad tendremos que ir quitando –restando- los garbanzos (monedas correspondientes). Una vez “pagado” lo recortamos y lo pegamos en el folio de nuestra ciudad. Así hasta que hayamos usado todo nuestro presupuesto con cabeza.

Hasta aquí todo bien. Un simple juego de logicomatemáticas ¿verdad? pero conforme ha avanzado el juego hemos descubierto que se trataba de mucho más y que el juego de la actividad residía mucho más allá del mero ejercicio de cálculo.

¿Qué tipo de ciudad voy a construir?

Conforme vamos haciendo las elecciones, verbalizamos con papá y mamá porqué las escogemos, trabajando así el lenguaje oral, pero sobretodo, la razón. Por ejemplo: escojo una gasolinera (“porque si no los buses o taxis no podrían repostar y la gente no podría ir a trabajar” me decía uno) o selecciono la granja (“porque con ella me ahorro tener que poner la carnicería, la frutería y la panadería” me decía otro).

También a modo social vemos cómo unos se decantan por un tipo de ciudad y otros por otra. Como la vida misma. Al fin y al cabo un núcleo urbano abarca opciones tan distintas y dispares como puedan ser Alpandeire o Las Vegas. Me he encontrado con ciudades sostenibles (en las que el niño ha restringido el uso del transporte  a bicis y patinetes y ha poblado el tablero de su ciudad con fuentes para que no les falte hidratación); con ciudades en las que prima el ocio (cines, restaurantes, parques, y aeropuerto que nos puedan visitar), o con ciudades en las que los servicios básicos tomaban la mayor consideración (viviendas para todos, hospitales,  limpieza…). Lo que transversalmente podemos trabajar a través de este juego, creo que acaba superando a las mates.

Bonus extra

Para finalizar, si el juego de sumas y restas sencillas no conlleva ya una dosis grande de creatividad intrínseca, el profe también nos regaló un BONUS EXTRA. Además de las cosas que aparecen en el catálogo, nos dejó añadir un elemento más a la ciudad con una condición: tenía que ser algo que no viniese en el catálogo.

Para que usásemos la creatividad y la imaginación. Y ya os cuento que aparecieron cosas preciosas: un refugio de animales, un bosque urbano, un hotel para mascotas, una piscina, un quiosco, un hotel 5 estrellas…

Por cierto, si os quedaba alguna duda ¡El 100% de los niños y niñas que jugaron escogieron para  sus ciudades el colegio! Una ciudad hecha por niños y para niños.

 

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